🚀"Mi hijo va a ser un genio... o al menos eso creía el martes pasado"
- msalgadoteacher
- 20 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 19 horas
Confiesa. En algún momento (o en muchos), has mirado a tu hijo mientras hacía algo completamente normal como dibujar una mancha en una hoja, patear una pelota con fuerza o tocar tres notas seguidas en una flauta, y has pensado:
“Este niño tiene talento... TALENTO de verdad. ¡Aquí hay madera de campeón!”
Y entonces comienza la Operación Superniño. 🚀
🎯 Etapa 1: El despertar del prodigio
Todo empieza de forma inocente. Estás viendo cómo tu hijo garabatea una casa con piernas y piensas: “Esto es muy Picasso. Tiene ojo. Y mano. Y... ¿esos son árboles con emociones? ¡A clases de arte, pero ya!”
Una semana después, ya has comprado:
Una caja de acuarelas profesionales 🖌️
Un caballete del tamaño de tu hijo 🧑🎨
Un libro que se llama “Cómo criar a un pequeño Da Vinci sin arruinarte en el intento”
🏆 Etapa 2: El ascenso meteórico... según tú
Tu hijo va a clases de pintura, fútbol, música y robótica. Porque, claro, no sabemos aún dónde va a destacar, y no podemos correr el riesgo de no descubrir al próximo Mozart-futbolista-programador.
Tú, por tu parte:
Miras todos los vídeos de TED sobre “niños genios”
Te emocionas en el grupo de WhatsApp del cole si alguien menciona “olimpiadas matemáticas”
Practicas tu cara de humildad para cuando le den el Nobel infantil
😤 Etapa 3: El partido del domingo
Tu hijo juega fútbol. Es el primer tiempo. El marcador va 2-2.Tu hijo… se está comiendo una flor del campo. 🌼Tú:“¡¡¡PERO CÓMO QUE SE ESTÁ COMIENDO UNA FLOR!!! ¡¡¡QUE VUELVA A LA DEFENSA!!!”
En tu mente estás en la Champions. En la realidad, están jugando en un campo de tierra, el balón es más grande que el portero y alguien acaba de irse llorando porque quería ser delantero y lo pusieron de lateral.
🧠 Etapa 4: Lo asumes (o casi)
Un día, mientras tu hijo te dice que no quiere ir a piano, ni a pintura, ni a robótica porque quiere estar en pijama construyendo una nave espacial con cajas de cartón, te da un microinfarto.
¿Y si no es un genio en nada? ¿Y si no es el próximo Messi? ¿Y si... solo quiere ser un niño?
Y entonces, entre la angustia y el orgullo secreto, te das cuenta:
💡 A lo mejor no necesita destacar en todo.
💡 A lo mejor necesita tiempo para aburrirse, jugar, equivocarse, hacer cosas mal.
💡 A lo mejor necesita menos clases... y más charcos.
🎉 Etapa final: La liberación (de ambos)
Así que respiras. Cancelas una de las actividades. Le compras plastilina. Lo llevas al parque sin expectativas de que te dibuje el Guernica en el suelo.
Y te sientas a mirar.
Y ves que tu hijo... juega feliz, inventa historias, hace voces raras, y construye un cohete con una caja de cereales.
Y piensas: Pues se le ve feliz.
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