top of page
TIEMPO DE INOCENCIA

La infancia es un tesoro irrepetible, lleno de imaginación, preguntas y momentos mágicos.

Los niños tienden a aceptar y creer en conceptos mágicos como los cuentos de hadas, los héroes, los animales parlantes y personajes como Santa Claus o el Ratoncito Pérez. Estos elementos alimentan su creatividad y les ayudan a explorar valores como el bien, el mal, la amistad y la esperanza a través del juego y la imaginación. Por otra parte, los niños son crédulos en el mejor sentido de la palabra. Confían en los adultos y en lo que se les dice, lo que los hace sensibles a las enseñanzas y lecciones, pero también vulnerables a influencias externas. Esta credulidad les permite aprender de manera rápida, aunque también puede exponerlos a riesgos si no son protegidos

Hoy en día, esa inocencia se ve amenazada de manera cada vez más temprana por rasgos de nuestra sociedad como:

  1. Exposición temprana a contenidos inapropiados. Con el fácil acceso a internet, redes sociales y medios de comunicación, los niños están expuestos a temas que no son adecuados para su desarrollo. Información sobre violencia, problemas sociales y contenidos destinados a adultos puede interrumpir su visión mágica y segura del mundo.

  2. Presión por el crecimiento acelerado. En muchas sociedades, se espera que los niños maduren rápidamente. Desde muy pequeños se les exige competir académicamente, adquirir habilidades tecnológicas o adaptarse a la lógica del éxito y el rendimiento. Esto les roba tiempo para el juego, la creatividad y la exploración libre, pilares fundamentales para preservar la inocencia.

  3. La Hipersexualización. La hipersexualización está por todas partes: anuncios, música, redes sociales e incluso en la moda infantil. Los niños, especialmente las niñas, son empujados a preocuparse por su apariencia y a imitar comportamientos adultos que no corresponden a su edad. Esto genera presiones innecesarias y les roba su espontaneidad y vivir la etapa de la infancia que les corresponde.

  4. Cultura del Consumismo. La publicidad transforma a los niños en consumidores desde edades tempranas, haciéndoles creer que necesitan el último juguete, dispositivo o ropa de moda para ser valiosos. Esto desvía su atención del juego, las relaciones y su propio desarrollo creativo.

¿Cómo proteger la inocencia infantil?

Proteger la inocencia requiere un esfuerzo consciente. Limitemos el uso de pantallas, ofrezcamos más tiempo para el juego libre, supervisemos el contenido que consumen y evitemos sobrecargar sus agendas. Lo más importante: respetemos su etapa y dejemos que sean niños. La infancia es única y merece ser vivida plenamente. Como adultos, debemos proteger esa chispa de curiosidad y alegría que define a los niños, permitiéndoles crecer con confianza, imaginación y felicidad. Dejémoslos ser niños, porque ese tiempo nunca vuelve.

bottom of page