El ritmo acelerado de nuestras vidas no va de la mano con el ritmo natural de la infancia. Vivimos en una sociedad que avanza a toda velocidad, donde la eficiencia, la productividad y la inmediatez parecen marcar cada paso. Pero los niños necesitan tiempo.
Por otra parte,  están expuestos a un exceso y sobreestimulación constante que les aleja de su esencia de ser niños. Por eso opinamos que es necesario devolverles la infancia. Simplificar. Frenar el paso. Permitirles vivir cada etapa con la calma que necesitan para crecer de forma sana, libre y auténtica. Enseñarles que no todo se trata de hacer o alcanzar algo, que también se puede simplemente ser.
Tener tiempo para aburrirse, para inventar, para observar el mundo con curiosidad. Tiempo para ensuciarse, para jugar sin propósito, para equivocarse sin miedo. Espacio para soñar, para descansar, para descubrir a su propio ritmo quiénes son.